Manacor
De barco a gusano gigante
El afamado escultor Llorenç Ginard lidera una
curiosa metamorfosis: cómo crear una obra de arte de once metros a
partir de un cambio de marchas
S. SANSÓ
El escultor Llorenç Ginard (Manacor, 1935) habla de ello con vigor. Es
consciente de que lo curioso, lo casual y lo atrevido son bases
fundamentales de la inspiración. Si no fuera así, sería complicado
explicar su nuevo proyecto conjunto: La transformación, en cinco meses,
de los aros metálicos del cambio de marchas de un barco inglés en un
espectacular gusano de once metros de longitud y unos tres de altura.
Junto a él el artista y herrero, Miquel Febrer ´Caixeta´ y el licenciado
en Bellas Artes, Joan Oliver, completan la particular osadía.
La
historia comienza hace una década, "cuando mi amigo Pep Castor compra
parte de las piezas de un buque británico abandonado en el puerto de
Alcúdia", recuerda Ginard en el taller común y apoyado en unos aros de
madera de más de dos metros de diámetro, maqueta a escala de lo que será
la original.
"Entonces se lo llevó hasta su casa, asombrado por las
posibilidades del ingenio, pero sin saber muy bien qué hacer con él".
Castor asiente a unos metros de distancia: "Llamé a Llorenç para ver si
tenía alguna idea. Quería que fuera una composición que adornara mi
jardín, pero las piezas eran demasiado grandes y al final las almacené
sin más a las espera de tiempos mejores".
Cinco años después, en un
simposium de escultura pública, Ginard conoce a Oliver (sa Cabaneta,
1978) y, poco a poco, la idea reverdece. "Me gustó, el proyecto es
ambicioso y como artista estas son las inquietudes que me atraen, la
confluencia de ideas que te lleven a crear algo nuevo y sin presiones".
´Caixeta´ (Manacor, 1977) llega algo más tarde. Su experimentación con
el hierro le hacen idóneo para el equipo: "No lo dudé, un gusano
perforado creado a partir de aros con distintas inclinaciones y a
diferentes longitudes ofrece una gran cantidad de posibilidades y
movimientos".
"Hace unos meses, Pep y yo hablamos de nuevo del tema;
tenía además un ancla y una cadena, pero eran demasiado pesadas y a mi
me seguía interesando el cambio". Manos a la obra. El ex regidor del
ayuntamiento de Manacor y buen amigo de Ginard, Antoni Sansó, ofició
entonces de coordinador para encontrar una ubicación idónea: Porto
Cristo. Descartada la ambiciosas plaza del Sol i sa Lluna, se ultima
ahora un nuevo lugar de referencia "donde la gente pueda interactuar con
la escultura".
Clavado en la pared, un boceto en sección acerca a
la imaginación una visión cuasi definitiva. "A unos cuantos centímetros
sobre el suelo, una barra alineará el insecto como si fuera una columna
vertebral", incide el autor de numerosas obras públicas diseminadas en
distintas plazas y colegios del municipio, entre las que destacan sus
vaporosas figuraciones de Simó Ballester o de la Dona Perlera. "Sobre
ella, los aros, perforados en su contorno, nos permitirán la unión total
del conjunto mediante unos hilos tensados que darán volumen y crearán
espacio".
Proyecto altruista
Pese al esfuerzo, esta es una
´locura´ altruista, sin dinero de por medio: "Tampoco lo hemos pedido,
era algo que nos atraía y en lo que ponemos muchas ganas. Para mi es
como entrar en una nueva dimensión, todavía estoy aprendiendo", subraya
Ginard arqueando las cejas.
Está previsto que en tres meses la
macroobra pueda ser ya transportada y montada en el núcleo costero,
"justo a punto para la campaña electoral", bromean los tres